La patética treta para conseguir un ‘hueso’: lanzarse como aspirante a la presidencia de México

El modelo diseñado por Andrés Manuel López Obrador para llevar a cabo la sucesión presidencial debe parecer democrático, aparentar que la voluntad del pueblo manda, los candidatos son reales y el voto ciudadano es el que decide. Antes era el tapado. Hoy el presidente les dice “corcholatas”. Anteriormente los sectores del partido “favorecían” a un candidato, ahora será una “encuesta” la que “destape” al Defensor de la 4T. El escenario construido es de simulación. Lo real es designar a quien será su representante en las elecciones federales. Sus palabras dicen que no, sus hechos afirman lo contrario.

El teatro de la comedia se llama Morena. Los primeros actores son Claudia Sheinbaum y Marcelo Ebrard; son actores de reparto Ricardo Monreal y Adán Augusto López. Para que las risas no falten fueron incorporados los “patiños” Manuel Velasco y Gerardo Fernández Noroña y de última hora se auto propuso Yeidckol Polevnsky para garantizar las carcajadas. Todos ensayan la obra “El Juego que todos jugamos” bajo la dirección del afamado “Peje”.

El director de la obra espera que sea un éxito, aun así, estimula a los actores, para que se esfuercen, con premios que serán entregados al final de la representación. Cada uno podrá elegir. Las opciones son nombramiento en el gabinete presidencial, embajada de primer orden, candidatura para gobernar la CDMX, repetir como legislador. Todos los estímulos garantizan que permanecerán en la nómina del Estado.

En la disputa por el poder, del sistema político mexicano, las reglas las pone el presidente en turno, antes y ahora es así. En el caso del partido Morena, López Obrador nominó a cuatro políticos cercanos a él. Posteriormente se incorporaron los representantes de sus partidos aliados, el PT y el Verde Ecologista. Llama la atención la llegada de última hora de la diputada, Yeidckol Polevnsky que se presenta con el argumento de que en la lista de aspirantes solo hay una mujer.

A partir de que López Obrador mencionó a sus posibles sucesores, la lista quedó reducida, en la conciencia colectiva, a solo dos con verdadera oportunidad de alcanzar el poder, Claudia Sheinbaum y Marcelo Ebrard, ambos en “campaña” desde ese momento. Los otros aspirantes tienen escasas posibilidades, aunque su papel es el de reforzar la percepción de que “realmente” existe competencia. La presencia de Manuel Velasco y Gerardo Fernández Noroña puede interpretarse como una “cortesía” que López Obrador extiende a sus aliados que, en cuanto haya resultados de la encuesta, regresarán al redil que garantiza su existencia.